En memoria de mi hermano Ricardo Arias, Richar
al que le debo media vida
Fue antes del amanecer.
El mensaje llegó.
Su fría entraña de cobre
dio la noticia anunciada,
una profunda sorpresa
aunque todos la esperaban.
Solo fueron dos palabras
¡Qué larga se hizo la noche!
Un mar de ojos trenzaban
sus lágrimas e ilusiones
con latidos de esperanza.
Una masa de gargantas
la inundaban de clamores.
Una atmósfera vibrante
auyentaba la llegada
del silencio inevitable.
Antes de llegar el alba
la noche cobró su tajada.
Solo fueron dos palabras
¿Cómo poder renunciar
a esa luz tan desbordante
faro fiel de corazones,
mirador de lontananzas
que alumbró nuevos caminos
y que llenó de destellos
tantos ojos sin sentido?
Antes de llegar el alba
la muerte impuso su zarpa.
Solo fueron dos palabras
Unos querían creer,
pendientes de aquel puntito
que aún yéndose deslumbraba,
que una lámpara como ésta
no tendrían que apagarla.
Otros cansados de noche
llamaron la madrugada.
En sus primeros destellos
divisaron a la lámpara
abrazada con el sol.
Después de llegar el alba
la muerte perdió la baza:
solo fueron dos palabras
Barakaldo 9 de marzo de 1996
Quiero recoger en este rincón todo lo que me ha ido saliendo desde lo más profundo de mis sentimientos condensado en forma de poemas. Unos son de tipo tierno, otros responden a situaciones que me han hervido la sangre, otros son dedicatorias o recuerdos de personas a las que conozco o he querido y ya se han ido. Este vendría a ser el blog de mis entrañas y el Barakaldo bihotzean el blog de mi pensamiento.
miércoles, 18 de septiembre de 2013
lunes, 2 de septiembre de 2013
AGOSTO TRUNCADO
En el 30º aniversario de las inundaciones
de Bilbao he recordado algo que escribí.
Cómo
voy a olvidar el sol,
cómo voy a olvidar, madre, el hechizo del mar,
cómo voy a olvidar, dime, el agosto de
fiesta y vida
¿Quién
te lo hizo creer?
Te
lo habrán contado los truenos
de
las largas tormentas de estas noches
o
algún relámpago te ha querido sugestionar.
Ha podido ser la angustia de esos días negros que no han amanecido
o el escalofrío de los torbellinos del aguaduchu.
No
te lo creas, madre.
Puede que lo lleves dentro
a fuerza de sentir golpear la lluvia en el tejado.
Igual te aturdió el viento mientras no te dejaba dormir
o solo fue una pesadilla de las que rumiaste sola durante el
apagón.
No
les creas, madre.
Nos han secuestrado agosto para dejarnos sin vida.
Pero no conseguirán que lo olvide,
ni me van a quitar el valor de soñarlo de nuevo.
Aunque
no me dejen ver más agostos azules
ni
me permitan contar estrellas en sus noches,
aunque
me nieguen el sol y la caricia del mar,
no me podrán arrancar su recuerdo, ni la ilusión de crearlo de
nuevo.
Mira
más allá, madre, mira al futuro,
aunque
detrás venga el otoño,
no
importa, tu mirada puede ir más lejos.
Déjame
ir al otoño, madre, no te quedes triste.
Déjame
ir al otoño, madre, no me quieras encogido en tu seno.
No
me digas que va a hacer frío, que va a ser inútil.
No
temas, madre, voy a ir para soñar vida,
voy
a ir para hacer vivos los sueños.
Aunque
trunquen los agostos,
no
me arrancarán su recuerdo.
26-VIII-1983
Suscribirse a:
Entradas (Atom)