En memoria de mi hermano Ricardo Arias, Richar
al que le debo media vida
Fue antes del amanecer.
El mensaje llegó.
Su fría entraña de cobre
dio la noticia anunciada,
una profunda sorpresa
aunque todos la esperaban.
Solo fueron dos palabras
¡Qué larga se hizo la noche!
Un mar de ojos trenzaban
sus lágrimas e ilusiones
con latidos de esperanza.
Una masa de gargantas
la inundaban de clamores.
Una atmósfera vibrante
auyentaba la llegada
del silencio inevitable.
Antes de llegar el alba
la noche cobró su tajada.
Solo fueron dos palabras
¿Cómo poder renunciar
a esa luz tan desbordante
faro fiel de corazones,
mirador de lontananzas
que alumbró nuevos caminos
y que llenó de destellos
tantos ojos sin sentido?
Antes de llegar el alba
la muerte impuso su zarpa.
Solo fueron dos palabras
Unos querían creer,
pendientes de aquel puntito
que aún yéndose deslumbraba,
que una lámpara como ésta
no tendrían que apagarla.
Otros cansados de noche
llamaron la madrugada.
En sus primeros destellos
divisaron a la lámpara
abrazada con el sol.
Después de llegar el alba
la muerte perdió la baza:
solo fueron dos palabras
Barakaldo 9 de marzo de 1996
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