Dedicado a mi amiga Mentxu
cuando su hija se fue a estudiar a la Galicia
de la que emigraron sus padres
Te vi partir y no pude decirte adiós,
porque aún te siento dentro.
Sigo abriendo tu cuarto
y todo está como ayer.
Ya no me sirve la sonrisa fija
que preside mi mesilla.
Ha llegado la hora de volar alto.
Vuelas hacia el futuro
por caminos inversos
de mi pasado.
Sólo me queda esperar
entre el ansia de no verte
y el orgullo de saber
que vuelas por ti sola.
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