y a las mujeres fuertes de su generación
que tuvieron que pasar la angustia de la guerra,
las penurias y la presecución de la posguerra
y, por si fuera poco, tuvo que sacar ella sola adelante
a sus hijos, a sus hermanos y a su padre.
Ocho amaneceres llevo
y de algunos no me acuerdo.
Chorros de agua saltarina
brisas llenas de gorjeos
fluyen tan rápidos
que los borra el tiempo.
Los primeros no eran míos.
Aquí te traigo,
allí te llevo...
Haz esto,
tráeme aquello...
otros por mí los hicieron.
Ocho amaneceres llevo
y alguno me quema dentro
¿Quién sembró las amapolas?
Rojo en banderas
Rojo de sangre
Rojo de fuego
Gritos de odio
Ruidos de guerra
Ojos de miedo
¿ Quién los pobló de estruendos?
Ocho amaneceres llevo
y de alguno sí me acuerdo
¿ Cómo lo haremos, madre?
¿ Cómo llenar esas bocas,
cómo cubrir esos cuerpos?
¿Cómo abrigar ese nido
que lo han dejado sin techo?
¿ Cómo?
Si me dejas sola
no tendré fuerzas ni tiempo
Traga ...
y trabaja en silencio.
Ocho amaneceres llevo
y alguno olvidarlo quiero.
Corre,
ya no hay tiempo.
Corre,
ya no hay nidos
en invierno.
Corre,
haz el tuyo
aunque el otro
siga aún lleno.
Corre,
No te dejan
ni llorar,
ni decir:
Ya no puedo
Son sólo dos alas
para tantos vuelos.
Ocho amaneceres llevo
y muchos con bruma y hielo.
Volaron.
Quedó vacío.
No trae palabras
el viento.
La luna es lágrima,
el sol silencio.
Vivo a distancia
lo que llevo dentro.
Y un eco lejano
repica:
Traga y trabaja
en silencio.
Ocho amaneceres llevo.
Los últimos no los cuento.
Regué con mimo
las últimas plantas.
Las vi crecer
y cerré la puerta
del huerto.
Cogí, cansada,
el último tren.
Ya no puedo
hacer de máquina.
Ahora,
me toca ser
pasajero.
Ocho amaneceres llevo...
Mientras espero el noveno,
me he sentado,
sin prisas,
en un remanso
pequeño,
mirando el atardecer
que se refleja en mi cara
tiñéndola
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